domingo, 15 de junio de 2014

Sobre la vida eterna y la muerte: "Renunciad al mundo y salvad vuestras almas"

Jacob y José, hermanos de Nefi, fueron llamados y consagrados para ser sacerdotes y maestros del pueblo por su hermano Nefi, quien contaba con la debida autoridad, según el santo orden de Dios, para que guiaran a la emergente nación Nefita respecto a las cosas espirituales. Entre los capítulos 6 y 10 del segundo libro de Nefi se encuentran plasmadas parte de las enseñanzas de Jacob al pueblo Nefita.

En particular en el capítulo 9 de segundo Nefi se habla extensamente sobre la necesidad que tenemos todas las personas de ser espirituales con el fin de lograr la vida eterna.

Hoy analizaré este capítulo en detalle pues me parece muy interesante la perspectiva que se plantea sobre el futuro destino del hombre y también sobre los ingredientes necesarios para lograr la felicidad eterna de nuestra alma, o las condiciones que nos llevaran al sufrimiento y desdicha totales.

En los primeros 3 versículos Jacob conecta sus palabras anteriores con el discurso actual, explicándole a sus oyentes el porque les había repasado algunas escrituras relacionadas con la casa de Israel. Tras esto Jacob se centra en algo que interesaba mucho a los que lo oían, el les dice:

"Porque sé que habéis escudriñado mucho, un gran número de vosotros, para saber acerca de cosas futuras..."

                                                                                                                                           [2 Nefi 9:4]

Vemos que en la mente del pueblo Nefita había un gran interés por saber sobre los acontecimientos futuros, ellos parecían saber que llegaría el tiempo de resucitar y volver a ver a Dios.

Jacob les habló que también el gran Creador se manifestaría en la carne a los hombres en un día futuro, teniendo en cuenta que este mensaje de Jacob fue dicho más de 500 años antes del nacimiento de Cristo en Belén, vemos con cuanta exactitud conocían los Nefitas las cosas relacionadas al Mesías.

Entonces Jacob les explica que sin una expiación infinita "nuestros espíritus habrían llegado a ser como él" (es decir, como el diablo) ..."quien se transforma casi en ángel de luz, e incita a los hijos de los hombres a combinaciones secretas de asesinato y a toda especie de obras secretas de tinieblas"

                                                                                                                                       [2 Nefi 9:8-9]

Vemos la importancia de la liberación de nuestros pecados personales que podemos recibir únicamente de nuestro Creador, mediante la expiación que el efectuó mientras se encontraba en la tierra, de otro modo nuestro estado sería terrible, como el de aquel que busca la completa miseria de nuestras almas, puesto que el mismo es miserable.

Jacob explica al pueblo que existen dos tipos de muerte:

La muerte temporal: Sucede cuando nuestro espíritu abandona el cuerpo físico y es una muerte tan solo temporal. Esta muerte es aquella por la que muchas veces nos afligimos mucho más de lo necesario, nuestra actitud debe ser de confianza en el poder de resurrección de la muerte que viene por medio Nuestro Salvador, que levantará otra vez sus creaciones a una vida inmortal. Ni la enfermedad, ni la separación, ni el dolor, nada de esto podrá detener el poder curador, restaurador y consolador de nuestro gran Creador.
 
La muerte espiritual: Esta segunda muerte sobrevendrá a los que "conscientemente se rebelan contra la luz y la verdad del Evangelio", es decir, aquellos que insisten en pecar, en dañar a su prójimo, en mentir, en robar, en matar y en cometer toda clase de pecados. La segunda muerte consiste en ser apartados de Dios y su influencia, es el castigo que sobrevendrá a los hombres malignos de este mundo si no se arrepienten a tiempo y dan los frutos apropiados que Dios requiere para vencer ese terrible destino.

                                                                              [Ver GEE: "Muerte Espiritual"]

En la epístola de Santiago se expresa lo relacionado a esta segunda muerte claramente en palabras sencillas:

"...y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte."    [Santiago 1:15]

Jacob señala que los cuerpos ya sea de justos o inicuos han de permanecer en la tumba, mientras que por otra parte hace una diferencia notable del lugar donde sus espíritus han de morar durante el período entre la muerte y la resurrección. Respecto a los inicuos habla sobre un infierno que los tendrá cautivos, y de los justos dice que el paraíso de Dios será el lugar de su morada.

Luego habla sobre la resurrección:

"...y el espíritu y el cuerpo son restaurados de nuevo el uno al otro, y todos los hombres se tornan incorruptibles e inmortales; y son almas vivientes, teniendo un conocimiento perfecto..."

                                                                                                                                        [2 Nefi 9:13]

Y tras la resurrección vendrá el juicio:

"Y acontecerá que cuando todos los hombres hayan pasado de esta primera muerte a vida, de modo que hayan llegado a ser inmortales, deben comparecer ante el tribunal del Santo de Israel; y entonces viene el juicio, y luego deben ser juzgados según el santo juicio de Dios."

                                                                                                                                        [2 Nefi 9:15]

Los que ahora vivimos y que más adelante seremos seres resucitados (cada uno de los que ahora viven, hayan vivido o vivirán sobre esta tierra resucitaremos dado que es un don gratuito de nuestro Creador) hemos de ser juzgados ante el tribunal del Santo de Israel, a saber, Jesucristo.

Hay otros seres que no tuvieron la posibilidad de vivir en esta tierra con cuerpo de carne y huesos debido a su propia desobediencia, pero que igualmente han de ser juzgados ante el tribunal de Dios en el día del juicio:

"Y hubo una gran batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles luchaban contra el dragón; y luchaban el dragón y sus ángeles,

pero no prevalecieron, ni fue hallado más su lugar en el cielo.

Y fue lanzado fuera aquel gran dragón, la serpiente antigua, que se llama Diablo y Satanás, quien engaña a todo el mundo; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él."

                                                                                                                              [Apocalipsis 12:7-9]

Vemos que estos seres desobedientes fueron arrojados del cielo a la tierra sin un cuerpo mortal y que el diablo desde entonces se ha dedicado a engañar a todo el mundo, pero como he dicho, aún ellos deben presentarse para ser juzgados.

Jacob a continuación nos enseña acerca de lo duradero que será nuestra propia conducta o el efecto ineludible que tendrá el historial de todas nuestras obras:

"Y tan cierto como vive el Señor, porque el Señor Dios lo ha dicho, y es su palabra eterna que no puede dejar de ser, aquellos que son justos serán justos todavía, y los que son inmundos serán inmundos todavía; por lo tanto, los inmundos son el diablo y sus ángeles; e irán al fuego eterno, preparado para ellos; y su tormento es como un lago de fuego y azufre, cuya llama asciende para siempre jamás, y no tiene fin."

                                                                                                                                        [2 Nefi 9:16]

Respecto a los justos Jacob se expresó con mucha alegría diciendo:

"Mas he aquí, los justos, los santos del Santo de Israel, aquellos que han creído en el Santo de Israel, quienes han soportado las cruces del mundo y menospreciado la vergüenza de ello, éstos heredarán el reino de Dios que fue preparado para ellos desde la fundación del mundo, y su gozo será completo para siempre."

                                                                                                                                          [2 Nefi 9:18]

Respecto de soportar las cruces del mundo quisiera citar las palabras del propio Señor, tal cual se encuentra en una parte de la traducción de José Smith de la Biblia:

"(Jesús explica lo que significa “tomar la propia cruz”: abstenerse de toda impiedad y de todo deseo mundano, y guardar Sus mandamientos.)

 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz y sígame.

 Y ahora, para que el hombre tome su cruz, debe abstenerse de toda impiedad, y de todo deseo mundano y guardar mis mandamientos.

 No quebrantéis mis mandamientos a fin de salvar vuestras vidas; porque todo el que quiera salvar su vida en este mundo, la perderá en el mundo venidero.

 Y todo el que pierda su vida en este mundo, por causa de mí, la hallará en el mundo venidero.

 Por tanto, renunciad al mundo, y salvad vuestras almas; porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?"

                                                                                                                           [TJS Mateo 16:25-29]

   Que increíble enseñanza encierran estos versículos, es sin duda una de esas partes claras y preciosas de las que fue despojada la Biblia y restaurada a nuestro conocimiento mediante la bondad de Nuestro Eterno Dios, que no puede ser burlado ni engañado, quién no dará por inocente a aquellos que hayan alterado su palabra y su verdad para que el resto del mundo cayese en un estado de ignorancia y confusión respecto a las verdades fundamentales de su evangelio eterno.

   Vemos que el Señor nos pidió claramente renunciar al mundo y salvar nuestra propia alma y es mediante la obediencia que lo podremos lograr. Escuchemos a aquel Dios que puede salvar nuestras almas y guiarnos a ese reino, que según lo que hemos leído de las palabras de Jacob: "fue preparado...desde la fundación del mundo".

   Jacob se refiere a la necesidad del arrepentimiento, del bautismo, la fe en Jesucristo y la perseverancia hasta el fin, como la forma segura de poder ingresar en el reino de Dios, de lo contrario sobreviene a los hombres una condenación.

   Jacob se lamenta de diferentes tipos específicos de personas que se encontrarán bajo condenación:

1.- Los instruidos que menosprecian el consejo de Dios, porque se creen sabios.

2.- Los ricos que desprecian a los pobres y persiguen a los mansos y cuyo tesoro es su Dios.

3.- Los sordos que no quieren oír.

4.- Los ciegos que no quieren ver.

5.- Los incircuncisos de corazón

6.- Los embusteros

7.- Los asesinos

8.- Los que cometen fornicaciones.

9.- Los que adoran ídolos.

10.- Los que mueren en sus pecados

Jacob continua su mensaje marcando la pauta respecto al tipo de actitud que debemos tener constantemente:

"...Tened presente que ser de ánimo carnal es muerte, y ser de ánimo espiritual es vida eterna."

                                                                                                                                          [2 Nefi 9:39]

Jacob enseguida invitó a todos a prepararnos para el día del juicio:

"¡Oh, mis queridos hermanos, apartaos de vuestros pecados! Sacudid de vosotros las cadenas de aquel que quiere ataros fuertemente; venid a aquel Dios que es la roca de vuestra salvación.

  Preparad vuestras almas para ese día glorioso en que se administrará justicia al justo; sí, el día del juicio, a fin de que no os encojáis de miedo espantoso; para que no recordéis vuestra horrorosa culpa con claridad, y os sintáis constreñidos a exclamar: ¡Santos, santos son tus juicios, oh Señor Dios Todopoderoso; mas reconozco mi culpa; violé tu ley, y mías son mis transgresiones; y el diablo me ha atrapado, por lo que soy presa de su terrible miseria!"

                                                                                                                                      [2 Nefi 9:45-46]

 Sin duda el día de presentarnos a Dios no se tardará en llegar. El gran momento de prepararse para ese evento es ahora, en esta vida. Es el deber de toda persona recordar esto y debemos comportarnos de tal forma que Dios pueda encontrarnos limpios de toda injusticia, dignos de estar junto a el, justos, buenos, de un corazón limpio, llenos de amor, de perdón, comprensión, humildad y todo buen atributo que nos haga más semejantes a ese ser que tanto nos ama. 

Podemos orar, podemos pedirle que nos ayude a lograr todas estas cosas, para no abrumarnos en el intento, podemos caernos y volvernos a levantar, podemos sentir que siempre hay una esperanza de ser perdonados, porque tal cosa es lo que pone el Salvador a nuestra disposición y no hay nada que nos impida recibir su misericordia y perdón, siempre y cuando no hayamos cometido un pecado imperdonable (esto es negar el Espíritu Santo o matar, para lo cual definitivamente no hay perdón). 

Si alguna vez nos sentimos como si no pudiésemos recibir su ayuda, sin duda debemos pensar y recordar que también el enemigo está ansioso de lograr engañarnos para ocasionarnos la misma desdicha que el siente, por lo que se esforzará en hacernos creer que algo tan maravilloso y reconfortante como la expiación y perdón de Jesucristo no está al alcance de uno mismo, esa es su gran mentira, para frustrar nuestros esfuerzos por lograr la redención de nuestros pecados personales y ese es un mensaje de alerta que he escuchado una y otra vez de los líderes actuales de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que constantemente invitan a los miembros a saber que el Salvador esta allí dispuesto a levantarnos cada vez que nos ahogamos entre las tentaciones y pecados que nos asedian día a día.

El Salvador Jesucristo siempre estará allí cerca esperando para tendernos una mano, para guiarnos, para alentarnos, para fortalecernos, para decirnos: "paz, cálmense".

Agradezco a Dios su amor, su paciencia conmigo, su cercanía, las bondades que el tiene conmigo, las personas que pone en mi vida y todas las experiencias buenas y las que me duelen, que me ayudan a prepararme personalmente un poco más para presentarme ante su tribunal un día para ser juzgado, mediante su justicia que es perfecta. 

Sé que el me dará lo que yo merezca y aquello que el Salvador me otorgue mediante su gracia. Es su gracia lo que nos dará la cantidad que nos falta para pagar el boleto de entrada que nos lleve a su reino. Sé que es un ser admirable y lleno de amor, el no se olvida de la gente, el nos conoce, el sabe todas las pruebas, los dolores y las penas por las que pasan los hombres y mujeres en este mundo. 

Rindamos nuestro corazón ante él, démosle el mejor regalo que jamás una gran porción de esta humanidad le haya dado, esto es: muchos corazones bien dispuestos y humildes para seguirle, creerle, escucharle y esperar su segunda venida, con sincero amor hacia el, para que desde su morada el gran Creador vea cumplirse más completamente su palabra:

"Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre busca a tales para que le adoren."

                                                                                                                                        [Juan 4:23]

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