¿Donde van los hombres después que mueren?
Al morir, nuestro espíritu abandona el cuerpo, entonces viene un período en el cual esperaremos el día de nuestra resurrección por el poder de Cristo, cuando otra vez el cuerpo sea juntado con el espíritu, luego de esto no volveremos a sufrir la muerte física.
Alma enseñó que sucede con el hombre durante su muerte y resurrección, diciendo que hay dos destinos posibles, el paraíso y las tinieblas de afuera (o cárcel espiritual):
"Debe haber, pues, un intervalo entre el tiempo de la muerte y el de la resurrección."
[Alma 40:6]
"Ahora bien, respecto al estado del alma entre la muerte y la resurrección, he aquí, un ángel me ha hecho saber que los espíritus de todos los hombres, en cuanto se separan de este cuerpo mortal, sí, los espíritus de todos los hombres , sean buenos o malos, son llevados de regreso a ese Dios que les dio la vida.
Y sucederá que los espíritus de los que son justos serán recibidos en un estado de felicidad que se llama paraíso: un estado de descanso, un estado de paz, donde descansarán de todas sus aflicciones, y de todo cuidado y pena.
Y entonces acontecerá que los espíritus de los malvados, sí, los que son malos -pues he aquí, no tienen parte ni porción del Espíritu del Señor, porque escogieron las malas obras en lugar de las buenas; por lo que el espíritu del diablo entró en ellos y se posesionó de su casa- éstos serán echados a las tinieblas de afuera; habrá llantos y lamentos y el crujir de dientes, y esto a causa de su propia iniquidad, pues fueron llevados cautivos por la voluntad del diablo.
Así que éste es el estado de las almas de los malvados; sí, en tinieblas y en un estado de terrible y espantosa espera de la ardiente indignación de la ira de Dios sobre ellos; y así permanecen en este estado, como los justos en el paraíso, hasta el tiempo de su resurrección."
[Alma 40:11-14]
¿Creen en el infierno?
Si, creemos en el infierno.
Debe tenerse mucho cuidado, no debemos pensar que el infierno no existe, pues el diablo anda tratando de hacer creer a la gente que es así, incluso haciéndoles creer que el mismo no existe:
"Y he aquí, a otros los lisonjea y les cuenta que no hay infierno; y les dice: Yo no soy el diablo, porque no lo hay; y así les susurra al oído, hasta que los prende con sus terribles cadenas, de las cuales no hay rescate."
[2 Nefi 28:22]
Como ya mencioné una posibilidad según las escrituras es de quedar en la "cárcel espiritual" de modo temporal entre la muerte y resurrección, La segunda posibilidad es luego de la resurrección: Hay un infierno permanente para los que no sean redimidos por Dios, allá irán Satanás, sus ángeles y aquellos que hayan negado a Jesucristo.
Viendo a los justos congregados en el paraíso el presidente Joseph F. Smith registró lo siguiente:
"y los santos se regocijaron en su redención, y doblaron la rodilla, y reconocieron al Hijo de Dios como su Redentor y Libertador de la muerte y de las cadenas del infierno.
Sus semblantes brillaban, y el resplandor de la presencia del Señor descansó sobre ellos, y cantaron alabanzas a su santo nombre."
[DyC 138:23-24]
Los que hayan muerto y se arrepientan durante su permanencia en el mundo de los espíritus tienen esperanza:
"Los muertos que se arrepientan serán redimidos, mediante su obediencia a las ordenanzas de la casa de Dios,
y después que hayan padecido el castigo por sus transgresiones, y sean lavados y purificados, recibirán una recompensa según sus obras, porque son herederos de salvación."
[DyC 138:58-59]
¿Como es el infierno?
En las escrituras se describe el infierno de varias formas, por ejemplo:
"un lago de fuego y azufre, que es tormento sin fin" [2 Nefi 2:23]
"un fuego eterno" [2 Nefi 9:16]
"las heces de una amarga copa" [Alma 40:26]
"lago de fuego que arde con azufre" [Apocalipsis 19:20]
En una importante visión manifestada a José Smith y Sidney Rigdon el Señor les mostró una visión del padecimiento de los impíos:
"Y vimos una visión de los sufrimientos de aquellos a quienes hizo la guerra y venció, porque la voz del Señor vino a nosotros con estas palabras:
Así dice el Señor concerniente a todos los que conocen mi poder, y han llegado a participar de él, y se dejaron vencer a causa del poder del diablo, y niegan la verdad y se rebelan contra mi poder.
Estos son los hijos de perdición, de quienes digo que mejor hubiera sido para ellos no haber nacido;
porque son vasos de ira, condenados a padecer la ira de Dios con el diablo y sus ángeles en la eternidad;
concerniente a los cuales he dicho que no hay perdón en este mundo ni en el venidero,
habiendo negado al Santo Espíritu después de haberlo recibido, y habiendo negado al Unigénito del Padre, crucificándolo para sí mismos y exponiéndolo a vituperio.
Éstos son los que irán al lago de fuego y azufre, con el diablo y sus ángeles,
y los únicos sobre quienes tendrá poder alguno la segunda muerte;
sí, en verdad, los únicos que no serán redimidos en el debido tiempo del Señor, después de padecer su ira.
Porque todos los demás saldrán en la resurrección de los muertos, mediante el triunfo y la gloria del Cordero, que fue inmolado, que estaba en el seno del Padre desde antes que los mundos fuesen hechos.
Y éste es el evangelio, las buenas nuevas, que la voz de los cielos nos testificó:
Que vino al mundo, sí, Jesús, para ser crucificado por el mundo y para llevar los pecados del mundo, y para santificarlo y limpiarlo de toda iniquidad;
para que por medio de él fuesen salvos todos aquellos a quienes el Padre había puesto en su poder y había hecho mediante él;
y él glorifica al Padre y salva todas las obras de sus manos, menos a esos hijos de perdición que niegan al Hijo después que el Padre lo ha revelado.
Por tanto, a todos salva él menos a ellos; éstos irán al castigo perpetuo, que es castigo sin fin, castigo eterno, para reinar con el diablo y sus ángeles por la eternidad, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga, lo cual es su tormento;
y ni el fin de ello, ni el lugar, ni su tormento, ningún hombre lo sabe;
ni tampoco fue, ni es, ni será revelado al hombre, salvo a quienes se hacen participantes de ello;
sin embargo, yo, el Señor, lo manifiesto en visión a muchos, pero en seguida lo cierro otra vez;
por consiguiente, no comprenden el fin, la anchura, la altura, la profundidad ni la miseria de ello, ni tampoco hombre alguno, sino los que son ordenados a esta condenación.
Y oímos la voz decir: Escribid la visión, porque he aquí, éste es el fin de la visión de los padecimientos de los impíos."
[DyC 76:30-49]
Eso es todo... ¡hasta la próxima!
No hay comentarios:
Publicar un comentario